martes, 25 de mayo de 2010

accion de la luna sobre la tierra




La atracción que ejerce la Luna so­bre las aguas del mar origina las mareas. En cualquier dique, puerto o ensenada podemos observar que el nivel del agua sube y baja dos veces al día: este flujo y reflujo que man­tiene el agua en constante movimien­to recibe el nombre de marea.
Las mareas nunca cesan, porque la Tierra nunca deja de girar y las mareas están relacionadas con este movi­miento de nuestro planeta. En otras palabras: las mareas tienen cierta re­lación con los días. Desde tiempos muy remotos, aun antes de que los hombres supieran que la Tierra gira sobre su eje, observaron que las ma­reas tenían también cierta relación con la Luna. En nuestros días sabe­mos con toda precisión cuanto se re­laciona con las mareas.
¿De qué modo se originan las mareas?
Supongamos que la Luna no girase alrededor de la Tierra, sino que se limitase a acompañarla en su movi­miento a través de los espacios. En este caso, la Luna aparecería y se ocultaría diariamente siempre a las mismas horas, y así en todos los lu­gares del mundo habría mareas dia­rias siempre a las mismas horas. La diferencia entre esto y lo que ocurre realmente es que la Luna se mueve alrededor de la Tierra al mismo tiem­po que ésta va girando sobre su propio eje. Por eso la Luna sale y se oculta en cada lugar de la Tierra aproxima­damente media hora más tarde cada día, y está comprobado que las mareas experimentan un retraso seme­jante.
La Luna, como el agua del mar, es una sustancia material, y es sabido que la materia atrae y, a su vez, es atraída por la materia. Este fenómeno ha recibido el nombre de gravitación universal. Entre la Tierra y la Luna existe, naturalmente, esta atracción mutua. Pero como la mayor parte de :a Tierra está cubierta de agua, y los liquidas no son rígidos, los efectos de esta atracción serán especialmente sensibles sobre los mares. Las aguas situadas frente a la Luna son atraídas por ella, y como la Tierra gira cons­tantemente sobre su eje, se compren­de que una ola tremenda debe des­plazarse noche y día a través de los diversos océanos, siguiendo los movi­mientos de nuestro satélite. Si en la Luna hubiese mares, también habría en ellos mareas debidas a la atracción de la Tierra. Como ésta es mucho mayor que aquélla, en la Luna las mareas serían enormes. Pero en la Luna no puede haber mareas, aunque es probable que existan los lechos de ciertos océanos, secos desde hace mu­cho tiempo.
¿Influye el Sol en las mareas de la misma manera que la Luna?
Del mismo modo y por las mismas razones que la Luna, también el Sol origina mareas, pero el efecto de la fuerza atractiva disminuye con mucha rapidez a medida que aumenta la dis­tancia a que esta fuerza se ejerce. Por eso, aunque el Sol es mucho mayor que la Luna, la distancia a que se en­cuentra de nosotros es tan inmensa­mente superior a la que nos separa de nuestro satélite, que su influencia so­bre nuestros mares es relativamente pequeña.
¿Atrae el Sol y la Luna simultaneamente a la Tierra?
La principal consecuencia del mo­vimiento real de la Luna alrededor de la Tierra es que en determinado punto del mundo parece que aquélla sale a una hora diferente cada día, por lo cual varían de igual modo las horas de las mareas. Además, como nuestro satélite completa una revolución alre­dedor de la Tierra en poco más de veintisiete días, hay momentos en que la Luna y el Sol se encuentran a un mismo lado de la Tierra, y otros en que, por el contrario, se hallan el uno a un lado y la otra en el opuesto de nuestro planeta. En cambio, en los in­tervalos, las líneas que unen dichos astros con el centro de la Tierra forman entre sí un ángulo de casi 90 grados.
Ahora bien, cuando el Sol y la Luna ejercen su atracción en un mismo sen­tido, sus fuerzas se suman, y durante unos cuantos días las aguas subirán y bajarán algo más que de ordinario. Durante otra parte del mes, cuando el Sol y la Luna están en oposición, ejercen su atracción en sentido con­trario. La Luna atrae las aguas con la misma fuerza; pero como el Sol, a su vez, las atrae en sentido opuesto, los efectos de la primera atracción no son tan importantes. Por último, hay otros momentos del mes en que las mareas no se distinguen ni por su debilidad, ni tampoco por su pujanza.

Marea alta o pleamar: momento en que el agua del mar alcanza su máxima altura dentro del ciclo de las mareas.
Marea baja o bajamar: momento opuesto, en que el mar alcanza su menor altura